Nunca falta que tu hermano, prima, amigo o hasta un vecino te pide “el favor” de usar tu tarjeta de crédito, ya sea porque tu banco tiene promoción de meses sin intereses, preventas o simplemente porque tienes más línea de crédito. Piénsalo muy bien antes de dar el SÍ, Aunque decir NO podría verse como una mala relación, quizá te salve de mayores problemas. ¿Cómo cuáles?
1. Pagos “olvidados” que te costarán a ti
Las tarjetas de crédito, al igual que cualquier otro préstamo, son personales, por lo tanto, te paguen o no, tú deberás saldar esa deuda, pues al banco no lo importa quién se benefició del dinero. En el mejor de los casos, puede que sólo se retrasen en un pago y esto genere intereses; en el peor, cabe la posibilidad de que se olviden del favor o, si fue a meses sin intereses, te queden a deber mensualidades porque “se les complica”.
2. Daños a tu historial crediticio
Si siempre has manejado bien tu tarjeta e incluso te esfuerzas por ser totalero, pero por esperar a que esta persona te pague, comienzas a generar intereses y tu deuda a aumentar, tu historial crediticio empezará a reportar eso. Éste es un punto importante a contemplar antes de hacer el favor, pues quien pide no piensa en eso y considera que mientras te pague es suficiente. Para evitar daños a tu historial y, en consecuencia, a tu calificación en el Buró de Crédito, deberás pagar y después arreglarte con esa persona.
3. Compras que jamás autorizaste
Imagina estar en el trabajo y recibir la alerta de un cargo que no reconoces, pero después enterarte que fue la persona a quien hace una semana le prestaste tu tarjeta para comprar por internet. Puede sonar exagerado, pues “no se la prestarías a cualquiera como para que te robe”, pero se trata más bien de abuso de confianza; quizá esa persona piensa pagarte, pero el hecho de que alguien más tenga tus datos financieros no da ninguna tranquilidad.
4. Problemas con el SAT
Esto es algo un poco desconocido, pero el Sistema de Administración Tributaria (SAT) tiene la capacidad de pedir a los bancos un reporte anual con la cantidad total que pagaste por tus tarjetas de crédito para compararlo con tu declaración tributaria y el ingreso que dijiste haber recibido durante el año. Si el pago de TDC suma más que tu ingreso reportado, por prestar tu tarjeta, por ejemplo, incurrirás en una discrepancia fiscal, lo cual puede terminar en una solicitud para aclarar y justificar esta diferencia.
Este punto es muy delicado, pues la revisión aplica incluso para quienes no están dados de alta en el SAT, porque no es posible que pagues tarjetas de crédito si no ganas un salario. Lógico, ¿no crees? Es lo mismo que con el banco: al SAT no le interesa si prestaste tu crédito, al ser tuyo, son tus ingresos quienes lo pagaron.
5. Pérdida de relaciones
Si te metes en algún problemas por la falta de responsabilidad de quien te pidió tu tarjeta y no te pagó, no querrán volver a verse y muy seguramente la relación terminará en distanciamiento. Esta situación llega a separar familias, algo que jamás valdrá la pena.
¿Cómo evitarlo?
Aprende a decir NO sin sentirte culpable.
Ayuda a esa persona a encontrar un crédito adecuado para su situación, por ejemplo, una TDC departamental que se tramita más fácilmente y ofrece varios beneficios.
Nunca le dejes tu plástico a nadie; si decides hacerle el favor de comprarle unos boletos a alguien que ofreció pagarte inmediatamente, haz tú la compra.
Evita las tarjetas adicionales, el SAT las tomará como parte de tus egresos aunque no las uses tú.
Lo más importante: nunca excedas el monto de tus ingresos en pagos de tu tarjeta de crédito si no quiere pagar más ISR.
Las tarjetas de crédito son una gran herramienta financiera si se saben usar y parte de esto es hacerlo individualmente, más vale un disgusto momentáneo, a un desbalance en tus finanzas.
Artículo original de Coru.
Coru
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